24/1/10

Los Peores (VIII): Peter Schreier


Nuestro protagonista, como tantos cantantes del S. XX, dio sus primeros pasos en la música como niño contralto. Lo particular del caso es que aun después del cambio de voz el timbre de Peter Schreier nunca perdió una enojosa y amanerada blancura de niño cantor. Uno podría pensar en una especie de Peter Pan que se negó a crecer. Detrás de esa anomalía, sin embargo, no había nada mágico, sino una emisión que no parecía estar basada más que en una especie de falsete - plano y descolorido - abombado de manera que además se añadía un agrio color gutural. Al llegar a la zona de paso la inconsistencia de esta adulteración quedaba aún más al descubierto; ignorada la necesaria cobertura, desde ahí cualquier ataque en forte a un simple la agudo resultaba en un sonido paupérrimo, estridente y lastimosamente abierto. Por mucho que uno busque no encontrará en las grabaciones de Schreier una sola nota bien timbrada, robusta o vibrante. Fue un adelantado, el primero de tantos supuestos tenores de voces absurdamente andróginas, más cercanas en realidad a la de contratenor, que se han adueñado de ciertos repertorios: basta recordar a especímenes como Prégardien, Bostridge y los representantes del movimiento historicista.

Schreier vino desarrollando una prestigiosa carrera en Alemania Oriental durante los años sesenta; se suele señalar que su ascenso fue siempre paralelo al de Theo Adam. Tras la desaparición de Wunderlich, las discográficas decidieron que sería el principal tenor mozartiano de los años setenta y ochenta. En esto también fue el precursor de una larga serie de tenores con voces de comprimarios, incompetentes como vocalistas, que han establecido una ridícula tradición de raquitismo vocal para cantar Mozart. Si ya resulta incómodo escuchar este fraude en la lengua que S. dominaba, en las óperas italianas además hay que sufrir una pronunciación más bien desaliñada. Poco importó: envalentonado por el éxito, llegó incluso a explorar terrenos como Idomeneo, Max o "La Canción de la Tierra", donde sus insuficiencias vocales y dramáticas resultan incluso embarazosas. El disco, como el papel, no siempre lo aguanta todo. El intérprete tampoco podía jactarse de muchas cualidades más allá de las que se suponen a un profesional. En realidad, con todo el respeto que merece esta partitura, sólo tenía temperamento para el Evangelista de la "Pasión según San Mateo". Resta su prestigio como intérprete de Lieder, repertorio éste donde también el gusto del público se ha desplazado hacia ejecutantes áfonos que más que cantar diseccionan la música como entomólogos. Aburrimiento disfrazado de intelectualismo.

No se pone en duda que Schreier fuera un músico serio y competente (durante los últimos años ha desarrollado una sólida carrera como director de orquesta). Simplemente hay que recordar que para ser cantante también se debe tener voz.

19/1/10

Decíamos ayer...

En la reciente entrada sobre "Roberto Devereux" y acerca del desempeño de Piero Cappuccilli en el papel de Nottingham:
"Escúchese el monótono mezzoforte de "Forse in quel cor sensibile": cuando la melodía debería ser alada y poética ("Che mai nel cor degli angeli") resulta en cambio plúmbea."
Recientemente escuchada la versión de Renato Bruson, se confirman aquellas impresiones. La melodía de Donizetti nunca está completa cuando se canta en voz plena. Bruson siempre fue un barítono con límites severos en la extensión, pero su técnica le permitía usar una expresiva y noble mezzavoce que ponía de manifiesto todas las cualidades de la escritura de Donizetti. La perfección del legato, el timbre aterciopelado y la distinguida acentuación completaban el retrato de un personaje áulico, lejos del tono de cornudo vociferante que la sombra del verismo ha traído a los barítonos del melodrama. La cantilena "Che mai nel cor degli angeli" flota, al fin, alada y elegíaca. Posteriormente Bruson resulta un tanto frío en la cabaletta, perjudicado en parte por el acompañamiento.

"Forse in quel cor sensibile... Qui ribelle ognun ti chiama".

La audición proviene de un viejo LP de arias de Donizetti grabado por el barítono padovano en los años 70. La Decca nunca lo ha editado en CD. El forero Carl Tunner ha proporcionado generosamente este corte.

3/1/10

El tenor de "Das Lied von der Erde" (II)

Recuperamos este asunto con ocasión de haber escuchado recientemente esta versión de "Das Lied von der Erde" publicada en 2009.



Klaus Florian Vogt pasa actualmente por ser la "gran esperanza blanca" de la cuerda de Heldentenor, habiéndose ya acercado a Siegmund y Parsifal tras establecerse en los teatros europeos (Bayreuth incluido) como Lohengrin y Walther. Reproduzco a continuación los comentarios que me hacía llegar Lord Illingworth cuando llamó mi atención sobre este registro:

"Nagano es un director frío, analítico, que poco o nada tiene que ver con el repertorio romántico; aquí lo hace todo muy trasparente, muy bonito, pero de "Angst", cero patatero. Luego está Christian Gerhaher; si a mí un barítono en esta parte me interesa poquísimo, no digo ya un barítono eurometrosexual que parece estar tarareando canciones de Loewe. Y luego tenemos a la verdadera estrella del show, el señor Klaus Florian Vogt. No te lo pierdas porque es de lo más alucinante que he oído en mi vida: justo entra en la primera canción y yo pensé que había algun problema de audio: ¡se oía una voz como de contratenor salido de un registro de ópera de Haendel dirigida por William Christie! No salí de mi asombro.

¿Pero qué burla es ésta? Es que este individuo no llega ni a la categoría de lírico-ligero: sin graves, sin centro, agudos abiertos y forzados, timbre desagradablemente fijo, expresión monótona y afeminada... en las canciones 2ª y 5ª oscila entre el falsetista y el crooner, en la primera me sugirió a Orlando Bloom interpretando a Vito Corleone.

Grotesco sería poco decir."

Pululando por la www he encontrado este comentario de un usuario de Amazon, el único que parece haberse enterado de algo:

"Klaus Florian Vogt is billed as a Heldentenor who has sung Walther in Die Meistersinger and debuted at the Met as Lohengrin. Yet here he seems to have a tiny lyric tenor, and he creamily croons his way through the opening song, which contains torment and anguish, without turning a hair. I was nonplussed and, frankly, a bit repelled. Reactions to voices are highly personal, so sample before purchasing."


Ya era consciente de que V. posee una voz bastante descolorida, con acusada tendencia al falsete, y que como intérprete ronda la abulia peligrosamente, pero ni siquiera el aviso del Lord me preparó para la impresión al comenzar la escucha. En la primera frase ("Schon winkt der Wein im goldnen Pokale") uno percibe atónito que una vocecilla destimbrada y afalsetada, fija y sin rastro de metal, recita las palabras como un escolar en clase de literatura. Llega la primera subida heroica a la zona aguda ("soll auflachend in die Seele euch klingen") y Vogt emite un canturreo ridículo y afeminado, como si estuviese tarareando un canción infantil. Éstas son las directrices de toda su interpretación: acentuación casi amateur, tan desvaída e insignificante como su actuación vocal y musical. La última sección, comenzando por "Seht dort hinab! / Im Mondschein auf den Gräbern/ Hockt eine wild-gespenstische Gestalt" ronda el esperpento, inane de expresión, inexistente la voz en el grave, fibrosa y abierta en el agudo. Los sucesivos "Dunkel ist das Leben" caen en el falsete más inadmisible. No se trata sólo de la peor versión que se haya escuchado de esta "Trinklied"; además es ridícula, produce vergüenza ajena. Tampoco se puede dejar de mencionar la sospecha de que la ingeniería de sonido ha ayudado bastante a que el resultado no fuese incluso peor. Las otras dos canciones del tenor son más clementes con su exigua vocalità , aunque se mantienen el tono absurdamente infantil (¿qué pintaría Nagano en todo esto?) y el timbre andrógino hasta resultar repelente. Además, sobre todo en "Der Trunkene im Frühling", se pone de manifiesto la defectuosa técnica respiratoria en los alientos a destiempo, la colocación errática (el registro medio como tal es difícil de identificar, si es que realmente lo hay) y los cabeceos del sonido en los finales de frase. Sólo se puede dejar espacio a una explicación para el éxito de Vogt: que sea una voz de extrañas características que escapan a los modernos estudios de grabación. Es una hipótesis altamente improbable, pero hasta la escucha en vivo no puede descartarse más que al 99,9%.

Se propone la audición por medio de Spotify.

Das Trinklied von Jammer der Erde.
Von der Jugend.
Der Trunkene im Frühling.

Para resarcirnos de semejante despropósito se ofrecen dos alternativas complementarias. Primero un tenor lírico, por tanto de medios en principio inadecuados para este cometido, como fue Anton Dermota (aunque al lado de Vogt parezca un tenor heroico). A continuación, el tenor cuyo puesto como principal protagonista wagneriano supuestamente está ocupando el divo alemán: Ben Heppner.

En la "Trinklied" Dermota canta en todo momento, algo tremendamente meritorio en esta página y más tratándose de un tenor de esta ligereza. Sólo se le percibe forzado en el gran agudo final. El timbre de Dermota tenía una extraña veladura; pero una metálica, de plata, que le daba un toque punzante en toda la tesitura. Y así consigue un sonido penetrante, no heroico desde luego, en las continuas subidas. Compárese su "soll auflachend in die Seele euch klingen" con el escuchado a Vogt. La corrección de su emisión es por tanto clave para salir airoso de la prueba. Como intérprete es algo rígido (a tono con la dirección de Klemperer) sin el frenesí ni el abandono que debería producir esta partitura.
Con Heppner tenemos una voz más robusta y hermosa (pero sin el metal de Dermota) que también canta con timbre mórbido y sonoro y además sin forzar ni en los pasajes más arduos. Algún sonido es un poco gutural pero lo que importa es que su seguridad técnica le permite cantar con abandono y resulta muy convincente. La despiadada escritura del clímax ("Im Mondschein auf den Gräbern... Hinausgellt in den süßen Duft des Lebens!") está resuelta brillantemente y estremece al oyente. Se echa de menos que no intente modular los ataques a los "Dunkel ist das leben": se pierde así un bello efecto (sobre todo en el último) que habría redondeado la interpretación. Parece una cosa de locos que en el espacio de pocos años lo mejor que puedan ofrecer las discográficas en el lugar de Heppner sea Vogt. El acompañamiento de Gary Bertini (un nombre postergado y a recuperar como intérprete de Mahler) está muy en sintonía con su solista: lleno de una energía muelle y cantabile, quizá limando parcialmente las asperezas de esta música tan frenética, pero vibrante y exaltado. Es un placer la escucha del pasaje instrumental entre la segunda y la última estrofa: por los colores suscitados en los timbres, los detalles fascinantes.

En "Von der Jugend" Dermota ofrece aquello que Vogt sólo remedaba: un sonido claro, dulce y ligero. El tono es sencillo, ensoñador, conversacional. A pesar del tempo ligeramente más vivo, Heppner resulta menos aéreo (como ejemplo, los últimos "trinken, plaudern") aunque se esfuerza por aligerar la emisión con buenos resultados. En general tampoco tiene la gracia del esloveno ("Wunderlich im Spiegelbilde"). Bertini resulta en cambio más chispeante que Klemperer.

Asimismo, parece que las sobrias texturas de Klemperer y las lujosas de Bertini hacen palidecer el acompañamiento de Nagano.

Dermota/Klemperer.
Heppner/Bertini.