12/11/07

Pavarotti en recital


Por petición privada (en realidad más de una) traigo este documento, que estuvo circulando hace poco en Operashare. Durante el 23 y el 24 de enero de 1978, Pavarotti grabó el presente recital para la cadena alemana NDR. Durante 1978, llegó a realizar unas 35 actuaciones en solitario por todo el mundo, tanto con orquesta como acompañado por John Wustman al piano. Esta faceta iría centrando cada vez más su carrera, pues le reportaba beneficios mayores que las funciones de ópera sin los inconvenientes de éstas (sobre todo los ensayos) y tenían mayor impacto publicitario, además reservado sólo para sí mismo. Lo que había de vanidad y ambición en esta tendencia había de ser respaldado por la personalidad y las cualidades vocales precisas para captar en solitario la atención del público, cada vez más rendido, sí, pero siempre vigilante para encontrar el fallo y la rutina. Rutina que llegaría algo después, en los años 80, cuando llevaría sus conciertos a escenarios cada vez mayores con ayuda de la amplificación, lo que ya en los 90 derivará en espectáculos masivos de más que dudoso gusto. No obstante estamos en 1978 y Pavarotti estaba en plena posesión de sus facultades, pletórico de voz y temperamento. El programa era básicamente el mismo que presentaría en el recital del MET de aquel mismo año, el primero ofrecido por un cantante en solitario en el Lincoln Centre. Junto a arias de ópera, aparecen canciones de géneros variados, desde el Lied y la canción de cámara italiana hasta la arietta barroca y la Napolitana.

El recital es una maravilla de principio a fin, mostrando un raro compromiso emocional para tratarse de una grabación televisiva. Pavarotti aparece mucho más delgado de lo habitual, ya con su famoso fazzoletto, comodísimo hasta en el primer plano más agobiante, transmitiendo esa sensación de cantar para cada uno de los espectadores que tanto se menciona como la clave de su seducción.

Parte I

Caro mio ben (Giordani)
Che farò senza Euridice ("Orfeo ed Euridice"; Gluck)
Che fiero costume ("Eteocle e Polinice"; Legrenzi)

Las primeras piezas, habituales ejercicios de cualquier cantante de formación clásica (por lo menos la primera y la tercera) resplandecen en una voz sonora que cumple los requerimientos de la vieja escuela en cuanto a homogeneidad y legato, siempre emitida sobre el aliento y perfectamente enmascarada. Además se puede disfrutar del brillantísimo trillo di forza que cierra el aria de Legrenzi, las amplias y liberadas frases del aria de Orfeo o las notas flotadas de la arietta de Giordani, que encerraría tantas dificultades para una voz sin resolver. Lejos del estilo melindroso que reina hoy en este repertorio, sin embargo evita excesos trasnochados desde el punto de vista expresivo.

Il Barcaiolo (Donizetti)
La Danza (Rossini)

Siguiendo un orden temporal, dos Canzonette del belcanto romántico. La sentimental Barcarola de Donizetti permite que su canto expansivo y generoso se luzca libremente, con un da capo encantador. Exuberante la Danza, si bien no parece totalmente cómodo en los saltos que caracterizan el famoso estribillo, pero sí dueño de un fiato espectacular.

Escena de Rodolfo ("Luisa Miller", Verdi)

Rodolfo era en esos momentos uno de sus mejores papeles, más adecuado a sus medios que otros que iba asumiendo. Como siempre la incisiva dicción, de una nitidez restallante, ilumina un recitativo urgente y agitado, casi iracundo. El aria también parece invadida por la misma energía incontenible, por lo que se echa de menos algún matiz que hubiera terminado de destilar la melodía donizettiana. Este vigor en cambio resulta idóneo en la cabaletta, que entusiasma por el slancio del fraseo, por ejemplo en "Or la mia brama a volgere" y el penetrante timbre en el agudo.

Tiene interés también escuchar la entrevista concedida entre ambas partes, donde el Tenor se muestra lleno de energía y de proyectos como la preparación de Lieder de Schubert en alemán o arias rusas, que la desidia del Divo mandaría al limbo.

Parte II

Sonetti del Petrarca: “Benedetto sia” e “Pace non trovo” (Liszt)

Los Sonetti del Petrarca no son una música frecuente en la versión de tenor, que Liszt adaptó para barítono y finalmente redujo a piano solo. La sublime poesía de Petrarca nos llega en una voz para la que parece compuesta la inflamada música de Liszt, con una intensidad que la hace permanentemente actual 700 años después de ser escrita. En el primero de ellos, el lirismo elegíaco de la melodía tiene momentos de paroxismo inolvidables, como ese sonido reforzado en "Benedette", desde el dulcísimo ataque hasta una verdadera saeta punzante, el abandono de "i sospiri, et le lagrime, e 'l desio" o el resplandeciente agudo. Sigue el segundo, cuyo carácter más inquieto refleja muy bien el cantante desde el propio recitativo inicial. La ardiente melodía principal, encarnación del alma romántica ("Tal m'ha in pregion, che non m'apre nè sera") no puede ser mejor servida por una voz que se acaricia las notas y las palabras (atención a como remarca las antítesis de cada verso) Impresionante la culminación, con un amplísimo si agudo ("e ho in odio me stesso, e amo altrui") y el fervor de la media voz de "Pascomi di dolor, piangendo rido". Curiosamente, en ambos casos se cambia la palabra "mujer" por Laura (la conocida Laura de Noves, acaso imaginaria amada de Petrarca) algo que desconozco si es obra de Liszt.

Recitativo y Aria de Edgardo ("Lucia di Lammermoor", Donizetti)
'A vucchella, Aprile, Ideale y Marechiare (Tosti)
Me voglio fa 'na casa (Donizetti)

Edgardo fue un personaje fundamental al principio de su carrera, para el que era precisa una pureza de emisión parcialmente sacrificada en otros papeles. Voz, tanta voz, squillante y plena, pero canto algo ayuno del claroscuro genuino del belcanto, agudos atacados hasta el final del aliento en perjuicio del legato. El observador atento anotará la apertura de la boca de Pavarotti en la zona alta, síntoma de la búsqueda de espacio extra que nos habla quizá de cierto esfuerzo.

Pavarotti prodigó las canciones de Tosti desde sus primeros recitales de 1973. En ellas encontraba un mundo de melodía sensual, elegante y sentimental idóneo para su temperamento. En la graciosa Boquita, algo lenta, prodiga sus bellas sfumature; Aprile alterna efusiones robustas y exultantes con pasajes en insinuante media voz. Ideale se convierte en una experiencia que cada oyente debe valorar por sí mismo: cualquier cosa que se diga aquí será insuficiente para ponderar la sensibilidad del uso de la media voz, el acento fervoroso, la dulzura del timbre, la concentración vada vez mayor en el contenido de la palabra sin dejar de lado un legato inquebrantable. Exultante su Marechiare, aunque no sea fiel al espíritu de sus arabescos al ralentizarlos demasiado. Por último, nos encontramos a un hombre que canta la divertida canción de Donizetti con misma facilidad con que el resto de los mortales paseamos por la calle.


Wustman acompaña con abnegación pero es capaz de dar relieve a su tarea, sore todo en la maravillosa música de Liszt.


Como muestras del recital, aquí podéis escuchar "La Danza" y las inconmensurables "Ideale" y "Benedetto sia".










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